El flamenco es un arte y pertenece a los artistas. Lo demás, es un exudado de su propia condición.

jueves, 3 de abril de 2014

LA LLUVIA Y EL NIÑO



Amanece el Jueves Santo,
alba de nubes inciertas;
el lienzo del cielo, triste,
las alturas cenicientas,
y sus sutiles encajes
son cortinas pasajeras
que deposita el destino
donde el viento se las lleva.

Amanece el Jueves Santo
y cuando el niño despierta,
se asoma por la ventana
y se lo come la pena…
todo el año está esperando
deseando que amanezca
 un jueves de sol radiante
y… mira lo que se encuentra.

Está llorando San Pedro
y por  más que el niño reza
sigue el apóstol regando
los campos y las cosechas,
que bien merecido tiene
el labrador su riqueza,
y que remedien las nubes
la sequía de la tierra,
y que se vistan de verde
las anchuras de su hacienda,
y que bendigan los cielos
 las plantaciones aquellas,
que subsistan todo el año
con este favor  que llega…
pero el llanto de este niño,
¿con qué pañuelo se seca?
Con las aguas de tu llanto
las campiñas reverdean,
satisfacen los arroyos
y remozan las riberas.
Se agradecen y se aplauden,
son lágrimas que consuelan:
las lágrimas de este niño
son lágrimas verdaderas.

Están sedientos los campos,
que llueva,  madre, que llueva,
pero que llueva el domingo,
cuando pasen estas fechas,
que se llenen los pantanos,
y que caigan cien tormentas,
son como el oro molio,
son agradecidas cuentas,
pero explícale a este niño
para qué sirvió la espera
si no saldrá su misterio
con su medida cadencia,
ni acompasara su metro
con tambores y cornetas,
ni la Virgen bajo palio
perfumará la alameda,
porque no llevará incienso
ni flores que la embellezcan,
ni trasminará el aroma
de la bruma de su cera,
ni desgastará adoquines
la alpargata costalera,
ni  habrá gente en los balcones,
ni se escucharán saetas.
No volverán las insignias
 tradicionales y añejas,
ni vendrá la cruz de guía
abriendo la callejuela,
ni ofrecerá el estandarte
sus hilvanes y sus hebras,
ni encenderán los faroles
los dogmas de la pureza,
ni retorcerán su lienzo
el guion ni la bandera,
ni engalanarán sus filas
varas ni libro de reglas…
y la tradición de siempre,
pondrá en la calle la ausencia
y se come el aguacero
los ciclos y las secuencias
 de muchos siglos de culto
con Sevilla por enseña.

El niño espera el deleite
que tú, San Pedro, le niegas;
el niño suplica a Dios
que llegue la ansiada fecha…
y mira tras los visillos
la humedad en las aceras
y cómo se lleva el tiempo
su ilusión y sus quimeras;
se lleva su confianza,
se lleva la luna llena
y prendida en sus entrañas
lleva luceros y estrellas,
y se lleva su alegría,
y otras cosas también lleva:
se lleva  su sueño en flor,
y sus primera promesas,
el asiento de su fe,
y el timón de su creencia,
y al hilo de estos sucesos,
y otros que no debieran,
está esperando en su palio
la luminaria más bella,
amparada entre varales,
sitiada de flores frescas
que ambicionan su fragancia
y el olor de su pureza.

El fue contando los días
para que Marzo volviera
y vestir de nazareno
como su padre lo hiciera,
con el júbilo en el alma,
su túnica blanca y negra,
que está lavada y planchada
y  colgada de su percha
con la ilusión de su madre
y  de la familia entera.

Bellos antifaz y escudo,
fino cíngulo de seda,
seguirá esperando el niño
salir de la calle Feria,
ver el palio deslumbrante
que a  la señora pasea,
y cómo sobre la plata
los rosarios tintinean,
y se acercan sus gladiolos
a la ventanita aquella
donde se apaga la vida
de una niña que está enferma.

Ya no pasas, madre mía,
que la lluvia no te deja,
no vas a posar tus ojos
sobre ese hogar de tristeza,
donde ésta pálida rosa
el sol de tu cara espera;
esa flor que se complace
con el don de tu presencia,
la merced de tu ternura
y de tu amor sin  reservas,
y solo siente alegría
ese jueves que tú llegas.

¡Cuánto esplendor de este día
los sevillanos recuerdan,
qué dolor de aquellos cielos,
qué pena que no volvieran!
y qué lástima del niño
que estrena ilusiones nuevas
y que sufrió en un mal sueño
del fracaso y su crudeza;
aprenderá, bien seguro,
que Dios es quien da la seña
y que no hay nada en el mundo
que impida lo que El resuelva…

Y como Dios está arriba
y Dios es cofrade y poeta,
este jueves sus renglones
trazó con líneas derechas,
y amaneció el firmamento
limpio como la patena…
el sol, en todo lo alto,
la brisa se tornó queda,
volaron los gorriones,
se pararon las veletas,
se disiparon las nubes
y brillaron por su ausencia,
ganó la luz la batalla,
el vendaval dio la vuelta
y el Señor le dio a Sevilla
sus bendiciones inmensas….

Amanece el Jueves Santo…
despierta, niño, despierta,
la gloria de la pasión
esta llamando a tu puerta
para ofrecerte el regalo
de este gozo que se acerca;
no te dará la amargura
del dolor de la experiencia,
ya te lo dará la vida
cuando tú vengas  de vuelta…
viene a poner en tu savia
fundamentos de certeza,
cuando sostengas tu cirio
con la fe de tu firmeza
y des a los cuatro vientos
el clamor de tus creencias…
cuando te ajustes la capa
y sobre tus carnes sientas
el orgullo sevillano
 por las tradiciones viejas
que dejaron nuestros padres
como principal herencia:
¡¡¡ser nazareno en Sevilla,
la mejor de las riquezas!!!

El niño sigue soñando
las emociones auténticas,
las que su pueblo le otorga
cuando llegan esta fechas,
y a sus entrañas acuden
recuerdos que dejan huella,
momentos de la memoria
que hieren cuando regresan,
que entran en lo más adentro
y dejan su  marca impresa.

Pero ha terminado el sueño…
despierta, niño, despierta,
que donde el sueño termina,
tu felicidad comienza…
amanece el jueves santo,
despierta, niño, despierta,
que el  sol llama a tu ventana

¡¡¡y luce la primavera!!!

2 comentarios:

  1. Mi querido amigo,precioso,sentido,con tu mirada y tu corazón puestos en el cielo,ese cielo que según los pronósticos van a traernos las lágrimas de San Pedro.. Es una pea que los cofrades y el pueblo que espera vivir intensamente esos dias,se vean trucados .
    ! Ojalá dichas previsiones se equivoquen!

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  2. !Por Dios que no llueva el Jueves,
    Que el Juves Santo no llueva
    Que está éste niño esperando,
    Que ya un año entero lleva...!
    Felicidadrs, José Luis, precioso.

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